Este verano, hablé con
un vecino de Nueva Otura, este tuvo a bien acogerme en su casa y
demostrarme viviendo su vida lo complicado que resulta subsistir contando las
gotas.
En este siglo y en un pueblo donde se compra la incolora a precio
de oro, las calles brillan y los medios no desaparecen por su ausencia sino
porque pesan y se mantienen por sus cuidados. Entonces…. Por que el
ayuntamiento no media para que las necesidades primarias queden cubiertas en un
pueblo tan preciado?. Me pregunto:
¿Intereses ocultos?
En fin que mi amigo construyó su vida en esta urbanización junto
a su familia y compró su agua, su pozo. Lo que no pensó es que tendría
recomprar dicho líquido como la sangre de los toros en reventa. Ni que los
frutos de su huerta secarían su raíz, por el egoísmo codicioso de una empresa
que pretende hacerse con el emporio. Ni tampoco que sus políticos no mediarían
en el conflicto y que el margen del papel sería el abdomen más cómodo donde
descansar, ante las desigualdades.
Pero debemos tener en cuenta, que las gotas que no salen de
nuestros grifos, serán acumuladas una a una, con el sudor de nuestras frentes. Tenemos
calor y mucha sed, seguiremos recreando lo que pasan mis vecinos.
De Otura y con sed
Su vecino, no la ha engañado, y usted muy poeticamente y dentro de una corrección envidiable, ha palsmado en un corto escrito, nuestro padecimiento, pues bien le comunico que todo ello es debido a un regidor, que no vive para el pueblo, y unos cuantos mariachis que tocan y bailan a su son. El bailar lo vemos todos, pero el son, aun no sabemos cual es.
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